miércoles, 8 de julio de 2009

El secreto de la felicidad

Manuel Machuca |

UNA de las más prestigiosas revistas científicas, el British Medical Journal, ha publicado un artículo sobre algunas de las claves secretas de la felicidad. Los investigadores James Fowler, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de California, y Nicholas Christakis, de Salud Pública en la de Harvard, han estudiado a casi 5.000 pacientes, que desde 1983 hasta 2003 habían estado incluidos en otra famosa investigación científica, el Estudio Framingham sobre enfermedades cardiovasculares.

Estos científicos han llegado a conclusiones tales como que las personas que se rodean de gente feliz tienen más posibilidades de ser felices que las que no lo están. O que si uno tiene un amigo feliz que viva a menos de una milla (1,6 km) de su casa, su probabilidad de felicidad aumenta en un 25%. Y es más, si el feliz es su vecino, ese incremento puede llegar a un 30%. Sin embargo, el hecho de que una pareja conviva en la misma ciudad -ya se sabe lo que son las distancias en los Estados Unidos- provoca un aumento más modesto, pues sólo llega al 8% de media. Y más aún, no han encontrado relación alguna entre nuestra felicidad y la de nuestros compañeros de trabajo.

El Estudio Framingham lleva por nombre el de una pequeña población del estado norteamericano de Massachusetts, en la costa este de Estados Unidos, cercana a Boston. Desde 1948, año de la Declaración de los Derechos Humanos, se estudia la mortalidad cardiovascular de sus habitantes y se deducen los que son sus factores de riesgo, estableciéndose la probabilidad de sufrir un problema coronario en función de dichos indicadores. Así, según nuestra edad, sexo, valores de presión arterial y colesterol, o de que seamos diabéticos o fumemos, estos investigadores proponen unas tablas por las que se puede predecir cuál es la posibilidad de que suframos una enfermedad coronaria.

Fowler y Christakis han ido más allá, y se han preguntado sobre la felicidad de los pobladores de Framingham, y han llegado a la conclusión de que está mucho más cerca de nosotros de lo que creemos. La ciencia vuelve a dar la razón, como en muchas ocasiones, a la sabiduría popular, y demuestra que la felicidad está en nuestra comunidad, en la gente que tenemos cerca. Es más, en sus conclusiones, se atreven a decir que la felicidad no es una experiencia individual, sino, como en el caso de la salud, un fenómeno colectivo, e importa muy mucho la que nos rodea. Por tanto, de alguna forma afirman que no se puede ser feliz en un entorno de desgracia, y que contribuir a la felicidad de los demás nos hará también a nosotros más felices.

Este trabajo también contradice a expertos en coaching, que han pretendido que busquemos la felicidad en el trabajo. El buen ambiente en el trabajo sin duda que es positivo, pero mucho más para la empresa y sus resultados que para el trabajador. La felicidad es una tarea que se hace en casa y se trae al trabajo, y no al revés.

Asimismo, también introduce otro aspecto importante a la hora de adquirir una vivienda, porque ya no se trata únicamente de que el inmueble nos guste, el precio se pueda pagar o la hipoteca se pueda asumir, sino que, además, los vecinos con los que vamos a convivir puedan influir positivamente en nuestras vidas. Está claro que un tiempo como este de crisis no es para hacer mudanza, como decía San Ignacio de Loyola, pero no estaría de más tenerlo en cuenta si sobrevivimos a ésta, en los próximos años.

Esta investigación resulta de suma importancia, porque introduce aspectos que no son muy tenidos en cuenta en la comunidad científica a la hora de valorar la salud de la población, que siempre intenta explicarse con indicadores racionales y positivistas, como pueden ser los aspectos clínicos. Y comienza a quedar claro que, sin quitarle importancia al colesterol, la presión arterial o cualquier indicador de riesgo que se precie, ser feliz también es muy importante para vivir. Si no más, que también, sin duda, mejor.

El trabajo de estos dos prestigiosos científicos me trae a la memoria los resultados de una tesis doctoral, en la que tuve la oportunidad de formar parte de su tribunal calificador. En esta tesis, el investigador, casi sin quererlo, demostraba que quienes tenían pareja estable tenían menos riesgo cardiovascular que los que no la tenían, sin ser capaz, obsesionado por el positivismo, de darle una explicación a sus hallazgos. Y todavía hay quien defiende que Fleming descubrió la penicilina por casualidad.

Intentemos ser felices, busquemos la felicidad en nosotros, en nuestro barrio, en nuestros amigos. Nuestro corazón nos lo agradecerá.

Fuente: http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/465134/secreto/la/felicidad.html

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