domingo, 25 de enero de 2009

Diferencias tan Diferentes Ángel

Diccionario de la Real Academia

Criticar. De crítica.
1. tr. Juzgar de las cosas, fundándose en los principios de la ciencia o en las reglas del arte.
2. tr. Censurar, notar, vituperar las acciones o conducta de alguien.

Criticón, na. De crítico.
1. adj. coloq. Que todo lo censura y moteja, sin perdonar ni aun las más ligeras faltas. U. t. c. s.

Juzguen ustedes mismos.

IZQUIERDA SOCIALISTA PSOE CADIZ .CANLE- NARVAEZ . TENEMOS CORAZON

Que pena me da
No puedo creer que me digas lo que me dices
Sin haber motivo.

Que pena me da
Saber que no soy
Tu amor especial
Ni tampoco tu amigo.

Que agudo dolor
Sentir con tu acusación
Yo ya solo siento.

Que nada te importa
Y rompes tu vida
Con esta acusación.

Que pena me da
Que pena me da
Que tu no tenga el valor
De decir que no me quieres.

Que pena me da
Verte solo y perdido.

Que agudo dolor
Sentir que este adiós
Nos hara enemigos.

Yo tan solo lo siento
Que nada te importa
Y rompes conmigo.

Que pena me da
Que lo nuestro

Se vaya muriendo.
Me duele pensar

Que todo ha sido mentira.
Que pena me da
Que se termine en este momento Ay!
Que pena me darser tu pesadilla
Y tú para todos un tormento.

IZQUIERDA SOCIALISTA PSOE CADIZ .CANLE- NARVAEZ . ERES PEOR QUE TORQUEMADA

Voy a contar cómo fue al quemadero el inhumano que tantas vidas infelices consumió en llamas; que a unos les traspasó los hígados con un hierro candente; a otros les puso en cazuela bien mechados, y a los demás los achicharró por partes, a fuego lento, con rebuscada y metódica saña. Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.
Mis amigos conocen ya, por lo que de él se me antojó referirles, a D. Francisco Torquemada, a quien algunos historiadores inéditos de estos tiempos llaman Torquemada el Peor.
¡Ay de mis buenos lectores si conocen al implacable fogonero de vidas y haciendas por tratos de otra clase, no tan sin malicia, no tan desinteresados como estas inocentes relaciones entre narrador y lector!
Porque si han tenido algo que ver con él en cosa de más cuenta; si le han ido a pedir socorro en las pataletas de la agonía pecuniaria, más les valiera encomendarse a Dios y dejarse morir.
Es Torquemada el habilitado de aquel infierno en que fenecen desnudos y fritos los deudores; hombres de más necesidades que posibles; empleados con más hijos que sueldo;
Otros ávidos de la nómina tras larga cesantía; militares trasladados de residencia, con familión y suegra por añadidura; personajes de flaco espíritu, poseedores de un buen destino, pero con la carcoma de una mujercita que da tés y empeña el verbo para comprar las pastas; viudas lloronas que cobran el Montepío civil o militar y se ven en mil apuros; sujetos diversos que no aciertan a resolver el problema aritmético en que se funda la existencia social, y otros muy perdidos, muy faltones, muy destornillados de cabeza o rasos de moral, tramposos y embusteros.

Adios a la sociedad opulenta - Jose Antonio Pérez Tapias

lunes 12 de enero de 2009

Los tiempos de crisis son tiempos de cambio. En tales momentos, la fuerza de los hechos obliga a transformaciones efectivas, a no ser que la sociedad que se ve cuestionada en sus estructuras adopte la estrategia suicida de bloquear la renovación de las mismas para, con ello, quedar atrapada en la dinámica de una crisis que acarreará su hundimiento. Sobran ejemplos de tan ciega actitud colectiva, asentada en el fondo sobre aquel “espejismo de la inmortalidad” que el historiador Arnold B. Toynbee detectó en civilizaciones que acabaron sucumbiendo.
Una situación de crisis económica como la que estamos viviendo, cuando ya no resulta exagerado calificarla como la más grave en un siglo, debería llevarnos a plantear en serio hacia dónde conducir los cambios necesarios. En el punto de partida tenemos una crisis económica que empezó siendo financiera y ya afecta a toda la estructura productiva de nuestra sociedad, lo cual no se afirma de un solo país, sino de una economía mundial integrada en un mercado global del que nadie queda fuera. No hace falta decir, usando expresión querida por Zapatero, que en medio de tal ‘tormenta económica’ cada cual navega como puede: cada país con sus recursos y sus déficits, cada individuo con sus posibilidades y sus carencias. Se convierte en condición común el denodado bracear contra el naufragio, a expensas de la lucidez suficiente como para tomar conciencia de que nadie se salva solo.
En los días más críticos del pasado reciente, cuando el sistema económico estuvo al borde del colapso –así lo afirman quienes con más información seguían los acontecimientos-, no faltaron las intenciones voluntariosas de acometer reformas en profundidad. No quedará en el olvido la proclama de Sarkozy convocando a la ‘refundación del capitalismo’, aunque es probable que él mismo haya archivado ya una pretensión tan exagerada como improcedente: el capitalismo no es susceptible de refundación. Por el contrario, sí está necesitado de verdadera transformación; pero no es menos cierto que las aspiraciones de muchos, a las que en su momento el presidente francés dio expresión con su grandilocuente fórmula, no van por ahí.
Cuando ya nadie podía erigirse en redivivo Dr. Pangloss para seguir predicando la doctrina, más cínica que cándida, de que, gracias al neoliberalismo, vivimos en el mejor de los mundos posibles, mensajes alternativos empezaron a abrirse camino, recuperando en muchos casos las andaderas keynesianas. Las propuestas de quien, siendo liberal, acabó en su día suministrando recetas económicas a la socialdemocracia, han vuelto a circular con todo un caudal de crédito acumulado, precisamente aquél que han perdido los dogmas de los Friedman, Hayek y compañía, tan concienzudamente aplicados desde Reagan hasta el segundo Bush, pasando por la tan recordada Dama de Hierro y el siempre fervoroso Aznar. No obstante, con todo el mérito de un rescate de Keynes que pone en primer plano la necesidad de intervención pública para orientar el mercado, de protagonismo del Estado para dinamizar la economía, sobre todo incidiendo con políticas fiscales que redunden en la activación de la demanda, hay que reparar en que el recetario puede resultar limitado ante la gravedad de la crisis, habida cuenta de cuánto ha cambiado el contexto desde mediados del siglo pasado hasta hoy.
Los límites de las propuestas keynesianas, por la izquierda aunque sin estar situado en ninguna posición extrema, ya los vio el economista estadounidense John K. Galbraith, y así lo plasmó de forma tan inteligente como elegante en su obra La sociedad opulenta. Sus páginas, desde su primera edición en 1958, brindan un incisivo análisis de hacia dónde va una sociedad que pone su salud económica en un incremento indefinido de la productividad, basada en la fabricación de bienes de consumo orientada a satisfacer una demanda masiva, estimulada por políticas diseñadas al efecto. Un proceso así espoleado tuvo, ciertamente, resultados positivos, logrando el objetivo de un incremento notable de la riqueza y el acceso de amplias capas de la población a unos bienes que les proporcionaron mayor bienestar. Le acompañó, con todo, un inconveniente: la ‘sociedad opulenta’ así conformada pasó a gravitar sobre el consumo privado de bienes, descuidando la necesaria atención a servicios públicos como educación y sanidad. Dicha opulencia no dejaba de arrastrar fuertes desigualdades, pero quedaban amortiguadas por lo que los aumentos de productividad permitían en cuanto a mejora de remuneraciones de los trabajadores para que el mismo consumo no decayera. Otra cosa distinta ocurría más allá de las fronteras que delimitaban ese desarrollo, pues la sociedad de consumo así configurada se circunscribía a los países de un mundo desarrollado que dejaba a sus espaldas el subdesarrollo de los que no podían sumarse a esa dinámica capitalista –salvo como proveedores de materias primas en un mercado muy asimétrico-.
La perspicacia de Galbraith ponía de relieve otro problema que aún se presenta con mucha más fuerza en nuestra época de globalización y de contradicciones muy tensas entre economía y ecología. Ese problema no es otro que el que entraña un proceso indefinido de estimulación de la demanda de los consumidores. ¿Se puede seguir alentando una producción para el consumo como si agua, suelo, materias primas y energía fueran recursos inagotables de una naturaleza ilimitada? A estas alturas sabemos que no, pero seguimos sin extraer todas las consecuencias de ello. Un saber convencional lo impide y, como denunciaba hace décadas el economista norteamericano, ciertos mitos obstaculizan el acometer las medidas necesarias para cambiar las cosas, como es el caso del mito del necesario crecimiento indefinido. Tampoco la izquierda se ha librado del todo de él.
La crisis está poniendo a la vista que las opulencias con las que en ciertas sociedades y clases hemos vivido hasta ahora no son prorrogables en el futuro. Ni siquiera en una economía saneada se podrían extender a todos los que pudieran ir estando en condiciones de acceder a tal cantidad de bienes de consumo. Tenemos ahí las demandas difícilmente contenibles de países emergentes como China e India. Cuando, además, nuestra sociedad ha pasado a ser de “hiperconsumo”, como la llama Gilles Lipovetsky, más urgente es reconducir un consumo que se muestra insostenible. Bien es verdad que para ello no son pertinentes, como señala el ensayista francés, estrategias políticas que aspiren a una sociedad del todo instalada en la frugalidad más rigurosa; pero no lo es menos que no podemos seguir en una ‘vida de consumo’ asentada sobre ‘el engaño, el exceso y el desperdicio’, como certeramente critica el sociólogo Zygmunt Bauman. Por eso, cuando decimos que para salir de la crisis hemos de atender, además de a las imprescindibles regulaciones del mercado financiero, al necesario cambio de modelo productivo, hemos de saber que no habrá cambio de éste si no va acompañado también de un nuevo modelo de consumo. La sociedad de la (injusta) opulencia que hemos conocido ha llegado a su fin. Si no le dijéramos ‘adiós’, no tardaríamos en vernos sumidos en crisis más graves frente a las cuales la economía no dejaría de ser una “ciencia de la desesperación”. Es lo que temía Carlyle ya en el siglo XIX, cuando Marx trató de que no fuera así.
Artículo publicado en el diario Ideal de Granada el 8 de enero de 2009

LA CORRIENTE CRÍTICA DEL PSOE IZQUIERDA SOCIALISTA SOSTIENE QUE LA ACTUAL SITUACIÓN ECONÓMICA DEGENERA DE UNA CRISIS DE IDEAS

zquierda Socialista, una corriente crítica del PSOE, ha organizado para este viernes y el sábado unas jornadas de reflexión sobre la crisis económica en la que se analizarán las causas y consecuencias de esta situación. En concreto se defenderá que el declive actual viene provocado por una crisis de ideas que afecta a los grandes partidos.
15 Enero 09 -

LA CORRIENTE CRÍTICA DEL PSOE IZQUIERDA SOCIALISTA SOSTIENE QUE LA ACTUAL SITUACIÓN ECONÓMICA DEGENERA DE UNA CRISIS DE IDEAS

Izquierda Socialista, una corriente crítica del PSOE, ha organizado para este viernes y el sábado unas jornadas de reflexión sobre la crisis económica en la que se analizarán las causas y consecuencias de esta situación. En concreto se defenderá que el declive actual viene provocado por una crisis de ideas que afecta a los grandes partidos.


La corriente crítica del PSOE Izquierda Socialista ha organizado para este viernes, día 16 de enero, y para el sábado, 17 de enero, unas “Jornadas de debate sobre la crisis económica” que tratarán de profundizar en los motivos que han degenerado en la actual situación y las posibles competencias que ésta tendrá. En esta iniciativa, que será inaugurada por el actual consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte, Alfonso Vicente, participarán representantes del movimiento sindical, de la Universidad y de la propia política como el eurodiputado socialista Vicent Garcés o el senador por Teruel Ángel Lacueva.

Según ha explicado el miembro de esta corriente crítica del socialismo aragonés, y actual concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Sallent de Gállego, José Luis Sánchez, se busca “reflexionar sobre la crisis y movilizar la opinión dentro del PSOE en Aragón para rearmarnos ideológicamente para conseguir el pluralismo necesario”. Sánchez ha especificado que ésta es una necesidad de todas las formaciones políticas porque “la mayoría tiene que aceptar que cualquier militante pueda exponer su opinión sin ser coartada porque debe ser un derecho público, siempre sin faltar al respeto y dentro de unas reglas jurídicas”.

En ese sentido, la tesis de Sánchez será apoyada por el profesor de la Universidad de Zaragoza José Luis Corral, antiguo militante del PSOE, que ha asegurado que “la democracia interna de los partidos políticos, que son la base de la democracia española, es necesaria y un mandato legal”. Además, ha afirmado que “no se puede permitir la elección de los sucesores de manera casi hereditaria sin contar con la opinión de los ciudadanos”. Corral incluso ha mantenido que “es una cuestión legal y, si hubiera jueces independientes, se podría suspender legalmente la actividad de todos los partidos políticos porque ninguno funciona de manera democrática”.

Crisis de ideas

Una de las tesis que se va a defender en estas jornadas es la de que detrás de la actual crisis económica se esconde otra de ideas. “Las tesis económicas de los últimos años ha sido pan para hoy pero hambre para mañana y ahora los intelectuales tenemos que abordar desde un punto de vista más profundo y teórico”, ha señalado Corral. De hecho, ha explicado que es necesario “trabajar por la decencia y la política con mayúsculas, algo que en los últimos tiempos, con estos aparatos profesionalizados de los partidos, han desvirtuado al convertirse en torres de marfil a las que no afecta la crisis”.

La principal crítica de José Luis Corral tiene que ver con la profesionalización de la actividad política. “La política se ha convertido, no en la plasmación de los ideales de la sociedad, sino en el ejercicio de una profesión más. Pero los que ejercen un cargo político son delegados de ese puesto, mediante los votos de los ciudadanos, y no tienen el puesto en propiedad”, ha reiterado. Para el profesor de la Universidad, está situación se puede extrapolar a todos los ámbitos de la política interior e internacional porque “al no haber foros de debate abiertos se tratan los temas desde parámetros muy antiguos”.

José Luis Sánchez, en concreto, se ha referido a la necesidad de impulsar un sindicalismo políticamente activo.


AragónDigital. Javier Lasheras. 15/01/2009

IZQUIERDA SOCIALISTA PIDE "UNA ACTITUD MÁS FIRME" CON LA BANCA PORQUE EL FIN DE LAS AYUDAS NO ES "MEJORAR SUS BALANCES"

Izquierda Socialista, corriente interna del PSOE, considera que Gobierno y partido deben tener "una actitud más firme" con los bancos para que aumenten la concesión de créditos a empresas y particulares después de que éstos hayan recibido importantes ayudas públicas en forma de préstamos y avales.
18 Enero 09

IZQUIERDA SOCIALISTA PIDE "UNA ACTITUD MÁS FIRME" CON LA BANCA PORQUE EL FIN DE LAS AYUDAS NO ES "MEJORAR SUS BALANCES"


Izquierda Socialista, corriente interna del PSOE, considera que Gobierno y partido deben tener "una actitud más firme" con los bancos para que aumenten la concesión de créditos a empresas y particulares después de que éstos hayan recibido importantes ayudas públicas en forma de préstamos y avales.

"El objetivo del Gobierno no es mejorar los balances de los bancos", dijo a Europa Press el portavoz de la corriente, Juan Antonio Barrio. Además, lamentó la actitud del presidente de la patronal bancaria, Miguel Martín, que criticó que haya quien acuse al sector bancario "de querer ahogar a familias y empresas por pura maldad".

El Gobierno ha afirmado que "no está satisfecho" con la concesión de créditos por parte del sector bancario, según dijo este viernes el vicepresidente económico, Pedro Solbes, mientras el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, ha opinado que los bancos están siendo "demasiado cautos" en este asunto.

En opinión de Barrio, "es clave" que el Gobierno "no afloje" en sus exigencias a las entidades financieras, y también lo es que no escuche "los cantos de sirena" del PP o de la patronal que reclaman abaratamiento del despido o recortes del gasto público.

A su juicio, mientras el Ejecutivo no ceda a estas peticiones "no va a perder el apoyo de los ciudadanos" y así lo dejan claro las últimas encuestas. "Los ciudadanos saben que hay una crisis muy fuerte y que el Gobierno está haciendo todo lo que puede", opinó.

"La situación es complicada, y nos parece clave que el Gobierno no afloje, ni con los bancos, ni con el PP", resumió el diputado y portavoz de Izquierda Socialista.


MADRID, 18 Ene. (EUROPA PRESS) -