martes, 4 de agosto de 2009

Nunca fue diálogo

A lo largo de la historia del diálogo social en España nunca se ha producido una situación parecida a la actual, en la que de manera unilateral, la patronal fruste las expectativas de tantos ciudadanos y trabajadores, que sufren las consecuencias de una crisis económica sin precedentes. Estamos de acuerdo en que el Diálogo Social
exige de sus interlocutores lealtad, compromiso entre las partes, respeto a la libertad sindical y a la negociación colectiva, entre otros elementos, que no siempre han sido respetados, por quien hoy, no reconoce ser el causante de la ruptura de las negociaciones. Quizá la patronal ha olvidado la parte más evidente de este proceso:
como su nombre indica, exige diálogo e intercambio de información entre las partes para abordar conjuntamente los problemas de la sociedad y elaborar soluciones consensuadas. Sin embargo, desde el inicio del proceso, el 20 de mayo, la CEOE ha mantenido una actitud inaceptable, saltándose las reglas de juego.
En el primer encuentro, el Presidente del Gobierno y los agentes sociales y económicos acordamos impulsar el diálogo social para reactivar la economía y el empleo, extender la protección social y avanzar hacia un nuevo modelo productivo, excluyendo materias que afectaban a la contratación y a la regulación de la
extinción laboral. Durante este tiempo la patronal ha desplegado dos posiciones: la primera, manteniéndose en los límites pactados, conforme a la palabra dada; y una segunda, con actuaciones dirigidas a bloquear el proceso, abrir espacios bilaterales con el Gobierno y a recolocar sus propuestas sobre contratos precarios, despido libre y recortes de derechos laborales. De un solo golpe incumplían dos principios: el compromiso de no abordar una reforma laboral y la lealtad con el resto de nterlocutores, a los que no informaba de sus secretas aspiraciones. Ante el rechazo de los sindicatos y del Gobierno a sus peticiones de reducción de cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y rebajas fiscales -que supondrían 15.302,89 millones de euros- y de reforma de distintos artículos del Estatuto de los Trabajadores, destinadas a aumentar el poder discrecional del empresario, eliminado la capacidad de protección de los representantes de los trabajadores, el 22 de julio se
reunió el grupo de trabajo para manifestar las posturas sobre el borrador entregado el día 20 y alcanzar un acuerdo antes de acabar el mes. Los sindicatos consideramos que contenía el marco adecuado para avanzar en el Acuerdo, con matizaciones sobre la prestación por desempleo, el recorte de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y el diálogo social reforzado. CEOE rechazó frontalmente su contenido, comprometiéndose a presentar una propuesta que permitiese el acuerdo. Lo hicieron tarde y mal; al plantear un nuevo documento con sus posiciones maximalistas. Faltaban a su palabra y plasmaban su descarada pretensión de reabrir
toda la negociación, reafirmando sus pretensiones de retrocesos laborales y de reducción de costes empresariales: ¿Todavía tenemos que creer en la buena fé negociadora de la CEOE?
Julián Lóriz Palacio, secretario general de UGT Aragón

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