viernes, 11 de septiembre de 2009

Cuando el bufón es el que manda

En todas las cortes había un bufón, por lo menos. Es cosa sabida. Lo que no podía pensarse era que fuera el bufón el que mandara. Y bien que lo dejaba claro Velázquez cuando pintaba bufones -como Pablo de Valladolid, en el cuadro de arriba- y cuando pintaba monarcas. Sin embargo, acabamos de comprobarlo una vez más en la rueda de prensa que días atrás tuvieron juntos el presidente Zapatero y el primer ministro italiano Berlusconi -lo siento por Italia-. Aguantando las bufonadas machistas del segundo, anfitrión del encuentro, el primero, haciendo acopio de cortesía en exceso, pudo tener otra sufrida experiencia de lo dura que es la diplomacia. Carme Chacón y Elena Salgado le acompañarían en el sentimiento, preguntándose quizá en su fuero interno que por qué había que llegar aponerse en situación de tener que aguantar las insolencias que en silencio tuvieron que soportar.
El personaje -el mismo que se autopresenta con cínica chulería diciendo que es el mejor presidente de la República italiana en 150 años- es conocido de todos, y no sólo por sus pretendidas gracias, sino por sus peligros antidemocráticos, hoy puestos de manifiesto con el acoso al que se ven sometidos periodistas y medios que en el país transalpino osan criticar sus abusos y desvaríos. Peligra allí la libertad de expresión y, según cuentan autorizadas voces italianas, hasta la división de poderes propia de un Estado democrático de derecho.

Con todo, además de lo que supuso todo lo que dijo el primer ministro Berlusconi para el presidente del gobierno español, para la diplomacia de nuestro Estado, para la dignidad de las mujeres y para un periódico como El País, es más que preocupante el que tengan que pactarse cuestiones muy delicadas en torno a la política de inmigración de la UE con un bufón de tal calibre que, además, legaliza somatenes, criminaliza a los inmigrantes como delincuentes y echa gasolina a las brasas de la xenofobia. Nada fiable, y menos teniendo en cuenta el virus populista autoritario que expande dicho personaje bajo las groseras apariencias de sus chistes soeces. ¡Ay, las malas compañías...!

Fuente: http://argumentosptapias.blogspot.com/2009/09/cuando-el-bufon-es-el-que-manda.html

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